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Apocalipsis de Juan

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Decreto del IV Concilio de Toledo

Año 633

"La autoridad de muchos Concilios y los Decretos Sinodales de los Santos Pontífices Romanos prescriben que el libro del Apocalipsis es de San Juan Evangelista, y determinan que debe ser recibido entre los libros divinos; pero muchos son los que no aceptan su autoridad y tienen a menos predicarlo en la Iglesia de Dios. Si alguno, desde hoy en adelante, no lo reconociera o no lo predicara en la Iglesia durante el tiempo de las misas, desde Pascua a Pentecostés, tendrá sentencia de excomunión".

Enchiridion biblicum no. 24.

"Basta, en efecto, hojear un poco el Evangelio para en el acto comprender que la Parusía es absolutamente el Alfa y el Omega, el comienzo y el fin, la primera y la última palabra de la predicación de Jesús, que es la llave, el desenlace, la explicación, la razón de ser, la sanción, en una palabra, el supremo acontecimiento hacia el cual tiende todo lo demás, y sin el cual todo lo demás se desvanece y desaparece". Cardenal Luis Billot S.J.

"¡No temas! Soy Yo, el Primero y el Último, el que vive; estuve muerto pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y el hades. Escribe, pues, lo que has visto, lo que ya es y lo que va a suceder más tarde".

(Apoc 1, 17 - 19)

"Bienaventurado el que lee y los que escuchan las palabras de esta profecía, y guardan lo que está escrito en ella; porque el tiempo está cerca."

(Apoc 1, 3)

"Yo soy el Alfa y el Omega, dice el Señor Dios, Aquél que es, que era y que ha de venir, el Todopoderoso." (Apoc 1, 8)

El Espíritu y la Novia dicen: "¡Ven!".Y el que oiga, diga: "¡Ven!"... Dice el que da testimonio de todo esto: "Sí, vengo pronto" ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús! (Apoc 22, 17 – 20) "Ya no habrá más tiempo, sino que en los días en que se oiga la voz del séptimo ángel, cuando empiece a tocar la trompeta, se consumará el Misterio de Dios." (Apoc 10, 6-7)

"La Iglesia del milenario debe de declarar que está preparada en cualquier momento para recibir al Señor. Porque la Iglesia sabe que ha llegado la última fase de los tiempos"

Juan Pablo II  (L’ Osservatore Romano # 934 y 1023)

Desde hace unos 25 o 30 años, al inicio de los años 80’s, empezaron a escucharse con más insistencia mensajes provenientes de apariciones de la Santísima Virgen, cuyo contenido fundamental se centraba en dos puntos esenciales: 1. un llamado urgente a la conversión de vida, a que el hombre dejara el pecado y retomara el camino que le condujera a la salvación eterna de su alma, mediante una vida de oración, sacrificio y penitencia, pues cada vez era más profundo su alejamiento e indiferencia hacia las cosas de Dios, evidenciando una general falta de fe, esperanza y caridad en el mundo entero; y 2. el anuncio de la inminente Segunda Venida de Cristo a la tierra; acontecimiento extraordinario que forma parte del dogma de la fe cristiana, y del que casi nadie repara en su existencia y menos en su cercanía. Este gran evento, de acuerdo a las profecías de la Virgen, vendrá en medio de una gran falta de fe y apostasía generalizada de la humanidad, que alcanzará su vértice con la manifestación del último y personal Anticristo. Estos mensajes se convirtieron en un eco repetitivo y mundial, pues dichas manifestaciones alcanzaron prácticamente los cinco continentes, y no sólo como recordatorio grave del mensaje de Fátima, sino que como un llamado de atención, actual y urgente, de vivir conforme a las enseñanzas de Jesucristo contenidas en el Evangelio.

Muchos hombres y mujeres se sintieron tocados en su corazón por el llamado materno y multitudes se volcaron en peregrinaje a distintos lugares de apariciones, tanto en Europa, como en Estados Unidos, Sudamérica y el Caribe. La posición de la Jerarquía de la Iglesia ante este fenómeno general de apariciones, salvo algunas excepciones, fue de rechazo, incredulidad o superficialidad en el estudio e investigación de tales fenómenos, siempre con un comentario a voces o público que pretendía ahogar el grito del Cielo: ¡no hacen falta apariciones ni mensajes, pues todo está en el Evangelio! o bien, ¡no se dejen llevar por falsos mensajes que anuncian catastrofismos y el fin del mundo, pues Dios es ante todo un Padre amoroso y, además, nadie sabe el día ni la hora! Es un hecho que con la llegada del año 2000 el "boom" de las apariciones marianas vino a menos, pues supuestamente muchos de los mensajes relacionaban el fin del milenio con grandes castigos y con la Venida del Señor. Han pasado ya los primeros 10 años del siglo XXI y muchos dicen que todo sigue igual que como al principio.

Sin embargo, en lo oculto, en el silencio, en lo escondido, sin hacer ruido y pasando aparentemente desapercibido, el plan de Dios por medio de María Santísima para este tiempo se está cumpliendo. La semilla sembrada por la Virgen en sus apariciones y demás manifestaciones de parte de Dios va dando abundante fruto, y muchos hombres y mujeres en todo el mundo, de toda clase y condición social, estatus económico o formación profesional, se están preparando para la gran batalla de la restitución, la batalla del final de los tiempos que ha desatado Satanás en contra de los hijos de María Santísima. La lucha es por establecer o el Reino de Cristo o el del Anticristo en la tierra; por lo que cada quien, pronto, muy pronto, tendrá que tomar una violenta decisión en su vida. Los mensajes y gracias de la Santísima Virgen ahí están; sus milagros de conversión, curaciones, manifestaciones místicas de todo tipo, hechos sobrenaturales y abundantes gracias que revelan el Amor de Dios por toda la humanidad. Pues toda esta experiencia mariana de más de 170 años – desde 1830 con la aparición en París que nos dejó la Medalla Milagrosa – ha sido un regalo y don de Dios para que el hombre no tuviera excusas para no convertirse y no culpara a su ignorancia ante lo que va a venir en breve a la tierra. ¡Pues para quien quiere de verdad comprender, todo ha sido revelado! Así es, para quien tiene fe, ningún mensaje es necesario; pero para quien no tiene fe, ninguna aparición o mensaje es suficiente. El tiempo sigue su marcha inexorable y los signos están ahí para quien los quiera ver. Pero como en las Sagradas Escrituras está contenida toda la historia de la salvación y está marcado el camino que conduce a la vida eterna, y sabiendo Dios nuestro Señor que se acerca la época más difícil para nuestra fe, Él profetizó todo lo que ahora estamos viviendo y nos dejó un libro que nos advierte misericordiosamente para que nos preparemos. Y eso es ahora. Por esta razón abordaremos el libro profético por excelencia de la Revelación cristiana: El Apocalipsis de Juan. El único libro revelado directamente por Jesucristo, muerto y resucitado, que le dice: "Escribe, pues, lo que ya has visto, lo que ya es y lo que va a suceder más tarde".

El Apocalipsis se centra en dos temas fundamentales. La venida del Anticristo y su derrota ante la Parusía o manifestación de Cristo. En otras palabras: el tema central nos muestra cómo se va desarrollando el misterio del mal a través de la historia, y cómo se va preparando paulatinamente la aparición del Anticristo. Toda esta acción diabólica se encamina a impedir que Cristo establezca en la tierra su reinado universal sobre una sola cristiandad; impedir a costa de lo que sea que se cumpla el ruego de Jesús a su Padre: "Que todos sean uno, como Tú, Padre, en Mí, y Yo en Ti". Por su parte, el tema esencial del Apocalipsis es la Parusía o Manifestación, con todo cuanto le prepara y anuncia y que pondrá fin al Misterio de la Iniquidad, suprimiendo de la tierra el escalofriante reinado satánico del Anticristo. La Parusía, cuyo largo período se extenderá, según la Escritura, por mil años, culminará, cuando habiendo Cristo sometido a todos sus enemigos, Él a su vez se someta a su Padre, para que Dios sea "todo en todos".

Contextos del Apocalipsis En el Nuevo Testamento

  1. El "Discurso Escatológico" del Señor, en Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21.
  2. San Pablo en Tesalonicenses 2, 1-12, nos habla del "Misterio de la Iniquidad" y del Anticristo.
  3. En I Corintios 15, 12-28, presenta el plan divino sobre la historia.
  4. En Romanos 11, predice la futura conversión de los judíos.
  5. En I Timoteo 4, 1 y II 3, 1-5 y 4, 3-4, que habla sobre el fin de los tiempos.
  6. Hechos de los Apóstoles 1, 6-7 y 2,14-36, que narra el primer discurso papal (San Pedro).
  7. San Pedro, en II 3, 3, habla de los "últimos tiempos".
  8. Juan, capítulo 17, oración sacerdotal por la unidad. Además 5, 43; 10, 16 y 16, 1-4.

Contextos del Apocalipsis En el Antiguo Testamento

  1. Daniel, capítulos 2 y 7 al 12, en cuyo texto se encuentra el principal antecedente antiguo del texto de Juan.
  2. Pentateuco, diversos trozos, principalmente Deuteronomio 13, 2-6 y 18, 9-22.
  3. Isaías, en cuyo texto se encuentran las más importantes predicciones acerca de la era mesiánica, como la Pasión de Cristo y la universalización de la Iglesia, el Anticristo, el castigo y el perdón de los judíos.
  4. Ezequiel y Jeremías nos hablan en diversos y numerosos trozos del destino del pueblo judío. Hablan de los "últimos tiempos".
  5. Los salmos mesiánicos. En 17 salmos hay referencias al tema mesiánico, especialmente en los salmos 2, 72 y 110.
  6. Los doce profetas menores se refieren a uno u otro tema del Apocalipsis.

Las Ocho Reglas de aproximación para interpretar el Apocalipsis

Primera Regla

Tomar en serio a Juan, es decir, tomarlo al pie de la letra.

Segunda Regla

Adoptar todas las buenas interpretaciones de los antiguos en lo que constituye la interpretación común.

Tercera Regla

Toda profecía tiene que interpretarse a la luz de las profecías y a la luz de la historia.

Cuarta Regla

El Apocalipsis es toda la historia sobrenatural de la humanidad a partir de Cristo.

Quinta Regla

El Apocalipsis es la Parusía y todo lo que la prepara.

Sexta Regla

El Apocalipsis completa todas las profecías y es la clave de su interpretación.

Séptima Regla

El Apocalipsis es la pauta para interpretar la Escatología conforme a la Encíclica "Divino Afflante Spiritu".

Octava Regla

Interpretar el Apocalipsis a la luz de la historia.

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