Antropología, Ética y Derecho Natural

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Juan López Padilla, Abogado y Doctor en Filosofía nos comparte sus experiencias en los temas relacionados con la afectividad humana - fundamentalmente entre la juventud - tales como el noviazgo, matrimonio, amistad, sexualidad, feminismo, liderazgo y sentido de la vida, entre otros.

- Además de la enseñanza ¿cuál ha sido su labor en la cátedra?

Conversar personalmente –uno a uno-, con la mayoría de mis alumnos; unas veces para orientarle en sus estudios, lecturas, aficiones, etc., otras, para orientarles en su vida afectiva (capacidad para entablar relaciones humanas de amistad, noviazgo, servicio a los demás, etc.). En esas conversaciones he aprendido no pocas cosas y puedo decir que cada estudiante es como un libro abierto, si bien es cierto que en un clima de confianza –nunca con violencia-, ayudar al educando abrir su propia obra o enseñarle a escribirla. En otras palabras moverles a tomar decisiones importantes en su vida, y por ende que asuman sus propias responsabilidades con iniciativa personal.

- ¿Cuál ha sido la razón que le ha motivado el tener ese contacto individualizado con sus alumnos?

Hacer el bien. Considero que la vocación del educador es un servicio en orden a abrir horizontes, generar ilusiones, por el conocimiento de la verdad y la práctica del bien. Considero también que todo profesor debe ejercitar una labor de liderazgo ayudando a los alumnos a que doten de sentido su vida. Y de este modo puedan influir eficazmente en la vida social, puedan contribuir a configurar el bien común de la sociedad, al mismo tiempo que a moldear su propia personalidad.

- ¿Cuál ha sido su experiencia de ese contacto con sus alumnos?

¡Estupenda! El estudiantado en general está -actualmente- libre de prejuicios y sediento de verdad. Se puede decir que hay un deseo más auténtico de ser ellos mismos. Pero al mismo tiempo, están ayunos de formación. Parecen "desiertos" en cultura, en hábitos de estudio, en inteligencia crítica, positivamente cuestionadora.

El "emotivismo", del que ya nos alertó en su tiempo Alasdair Macintyre (cfr. Tras la virtud, Crítica, Barcelona, 1990), ha generado en el estudiantado una espontaneidad sin guía racional alguna. El estudiante contemporáneo es esencialmente 'relativista' como también afirmaba Allan Bloom, (cfr. El cierre de la mente americana, Plaza Janés, Barcelona, 1987).

Puedo decir a grosso modo, que la juventud actual es light: sin convicciones, valores, o principios que orientes su conducta. Van a la deriva. Y, en este orden de ideas son objeto de manipulación y seducción por las distintas ofertas consumistas y hedonistas contemporáneas, lo que genera en ellos un comportamiento conformista (se conforma al modo de ser de los demás), amorfo (sin amor, sin compromiso), apático (sin pasión por la vida), a la moda (sin estilo personal), estereotipados (sin creatividad), en otras palabras, aunque desean ser ellos mismos, no saben en qué consiste ser sí mismo. (cfr. Sören Kierkergaard, La enfermedad Mortal, Trotta, 2006), y eso es la desesperación, el aburrimiento, el desencanto...

Basta ver los índices tan altos de drogadicción: la gente se droga –afirma el psiquiatra español Juan José López Ibor - porque se aburre. Jamás hemos tenido tantos y tan diversos modos de divertirnos pero no podemos lograrlo. La razón es que la diversión, es 'recreo', actividad lúdica –juego, descanso-, virtud (Eutrapelia), buen humor, pero una destrucción. Antro, alcohol, pornografía, spring breake, sexualidad sin compromiso... todo esto es división, desintegración; el hombre está vertido sobre y en las cosas, enajenado a ellas, como apéndice de las mismas cosas. Basta ver como sale tanta gente con el carrito lleno de cosas de las 'Catedrales del consumismo' (Costco, Sam's, Best buy, Fry's, Office Depot, etc.). Necesitan multicinemas, porque no sabe qué película elegir.

Ha renunciado –quizá no se lo haya propuesto-, a la práctica deportiva: montañismo, campismo, piragüismo, ciclismo (de montaña), etc. Todo lo que le suponga esfuerzo, renuncia antes de intentar hacerlo.

Con este consumismo, si bien es cierto no está determinado a la incultura, si la favorece; condiciona su ignorancia, pues el estudio requiere básicamente de actos de la voluntad. Nadie puede conocer la verdad, si no hay voluntad que mueva a la inteligencia a hacerlo; si bien es cierto que tampoco se puede amar lo que no se conoce; sin embargo, la voluntad tiene –en este orden de ideas-, primacía sobre la inteligencia. Intelegimus quia volumus (entendemos lo que queremos), afirmaban los clásicos.

Y, con una conducta hedonista se va perdiendo, deteriorando, la capacidad de amar, y esta es la mayor pobreza del hombre. El placer es bueno, perfecciona el acto humano, decía Tomás de Aquino, y de él procede la dilatación de su corazón, volviéndose capaz para amar más. Pero cuando el placer se consigue o se pretende obtener sin el amor al bien, al verdadero bien humano, la obtención de éste constituye una conducta patológica: como una enfermedad noológica (del espíritu), y en algún caso corpóreo (sexo adicción).

- ¿Qué cualidades destaca en forma general de los alumnos con los que ha convivido?

Sinceridad, que en ocasiones llega a la impudicia. Se manifiestan llanos, sencillos, espontáneos, ávidos de formación. Cuando encuentran a un auténtico líder, responden positivamente a los requerimientos. Pero hay que fortalecer la voluntad, y el apetito irascible; que tengan coraje, temple, nervio, entre otras actitudes, para que empujen y animen a otros a hacer su definición propia y contribuyan a su propio liderazgo.

- ¿Cuál estima usted que es la necesitad más importante de la juventud actual, y recogida por las entrevistas que ha tenido con sus alumnos?

Que tengan líderes. Profesores, padres de familia, políticos, educadores, que les animen a alcanzar las altas cumbres de la vida: las del amor y la amistad. Hoy los tiranos usurpan las libertades individuales de los alumnos, porque no hay líderes que les formen a fin de evitar esa manipulación. Y, no la van a evitar, si no tienen una formación rigurosa (Cfr. Alfonso López Quintás, Liderazgo Ceático, Nobel, México).

- Sabemos que el Papa Juan Pablo II tuvo mucho interés por la juventud y que como marco de referencia señaló que la juventud actual es crítica y que reclamaba un guía o figura sobresaliente que la apoyara a cumplir sus metas, ¿está usted de acuerdo con ello?

A esta interrogante no hay la menor duda, si algo conoció y fue motivo de su preocupación del Papa de feliz memoria, en todos sus viajes apostólicos, fue precisamente la juventud, y sobre la base en que destacó que hay una razón en que la juventud tuviera esa especie de criticismo, pues busca ser orientada más allá de un simple líder regional, en otras palabras, busca un verdadero guía que satisfaga todas sus inquietudes, y esto es lo que hay que semblantear en los espíritus jóvenes, y los responsables somos nosotros los formadores de las futuras generaciones.

- Si existe una crisis en la juventud actual ¿en qué consiste esta crisis?

En una profunda desorientación. Nunca tantas veces el joven se dirige a ninguna parte. Y cuando no conoce la meta, más prisa imprime a su vida. El conejo de Alicia en el país de las Maravillas corre un reloj de un lado a otro, pretextando que no tiene tiempo. Este es el hombre –también del alumno contemporáneo-, ¡no tiene tiempo para lo más importante en la vida! No tiene tiempo para pensar, porque no sabe pensar, por mucho que aprenda y estudie algunas cosas. La historia de la filosofía no consiste en saber que pensaron los hombres, sino saber la verdad de las cosas (cfr.Tomás de Aquino, De hebdomadibus of Boethius).

- ¿Sabe usted que es lo que más protesta la juventud actual?

¡No protesta! La indiferencia anula en él esa capacidad. No sabe elegir, otros eligen por él. Por eso no sabe de qué protestar. No conoce la rebeldía entendida como disenso. Hay que aprender a disentir para poder argumentar.

- ¿En manos de quien está resolver esta protesta?

Mientras el mundo está a la espera de una respuesta propositiva de la gente joven; esta tiene puestas sus ilusiones en el antro, multicinemas, auto, playa, jardín donde descansar y pared para pintar pretendiendo protestar, etc. Sin embargo, ajeno a los compromisos de matiz formal o seriedad y esperando de algún profeta o adivinador que les haga resaltar alguna forma de dignidad humana como consuelo de su personalidad.

Cabe apuntar que siempre existirán las excepciones y éstas salvarán al mundo, o intentarán al menos salvarlo, pero son muy pocos; a la Rebelión de las masas lo señala bien, de Ortega y Gasset, hay que oponer la Rebelión de las élites, de Chritopher Larsh.

Hacen falta élites, que no es clasismo, porque la aristocracia no admite clases, es simplemente un número de jóvenes –hombres y mujeres-, que no aceptan mediocridad, no se conforman con el derrotismo. Lo suyo es la ilusión y el optimismo. Todo puede empezar por un punto de intelección, de partida, como: 'ya estamos hartos'; 'esto no puede seguir así'; 'se están burlando de nosotros', etc. Es el alumno, alumna, que se acerca a su maestro o maestra a preguntar algo más, como el joven del evangelio que acude a Cristo... 'Maestro bueno...': Sabemos que esa pregunta acabó en un episodio triste, pero son más los buenos y los que responden positivamente con un Sí incondicional...

Luis Eduardo López Padilla

11 de Junio del 2011