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Fraternidad vs Caridad

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La tercera encíclica del Papa Francisco, Fratelli Tutti, firmada el pasado 3 de octubre en Asís, parece resumir de modo sistemático los temas expuestos en sus intervenciones, declaraciones y discursos de los siete primeros años de su pontificado.

La encíclica está sin duda representada por el Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común firmado el 4 de febrero de 2019 en Abu Dabi junto al Gran Imán de Al-Azhar, Ahmed el-Tayeb. No es casual que el-Tayeb sea uno de los autores más citados en la encíclica.

Antes de comentar brevemente algunos puntos de la Fratelli Tutti, quiero dejar claramente expresado lo siguiente:

Nunca se ha de desconocer la Autoridad del Papa y siempre se ha de reafirmar la filial reverencia al Romano Pontífice, es decir, a Francisco.

Al comienzo de la encíclica el papa Francisco evoca la visita de San Francisco de Asís al sultán Malik al Kamil de Egipto, y la presenta como una búsqueda de diálogo; mientras que todas las fuentes de la época nos dicen que San Francisco quería convertir al Sultán y apoyaba las Cruzadas que se combatían en Tierra Santa.

Para llevar a cabo ese diálogo, Francisco sustituye los principios de la Fe católica por los de la Revolución Francesa, en particular los slogans libertad, igualdad y fraternidad (nº 104-105). Es de llamar la atención esta referencia, si partimos del hecho comprobado que esta revolución, hija de la Ilustración, que ensalzó la razón pura y condenó la religión como supersticiosa, ha sido el movimiento más anticristiano de la Historia, con las consignas de Voltaire “aplastad al infame” es decir, a Jesucristo; y “aplastad a la infame”, es decir, la Iglesia.

Lastimosamente en la encíclica Jesucristo no es la verdad absoluta sino la fraternidad. Amistad social y fraternidad son palabras clave en la encíclica desde el título, y constituyen la nueva forma del amor cristiano. Un amor cuya medida no es ya la relación vertical con Dios, sino horizontal con el prójimo. No olvidar que toda fraternidad solo tiene sentido con Cristo como fundamento. Es decir, Dios y los demás. Esta es la diferencia entre fraternidad o amor humano y caridad cristiana que es fruto de la cruz y la redención.

¿Por qué la hermandad que el Papa defiende tiene poco que ver con la hermandad franciscana? Porque Francisco de Asís, místico y enamorado de Dios, ama el reflejo divino en el hombre y en la Creación, la suya es una fraternidad en el Padre Eterno. En cambio, en la Encíclica, se toma un camino inverso, partiendo de Cristo y llegando a la religión de la humanidad.

Para el Papa Francisco “la ley suprema es el amor fraterno”; para San Francisco, en cambio, el amor supremo es Dios. Por eso, la fraternidad, separada de Dios, es mera fraternidad, es el espíritu comunitario. Es solo una ideología humanista, laica, revolucionaria.

La Oración de Jesús

En la oración de Jesús que Juan relata en su capítulo 17 encontramos la esencia de la Voluntad de Dios sobre toda la humanidad y fraternidad… que parte del Padre hacia el Hijo y luego vuelve hacia arriba en sentido inverso. Sería encomiable que el Papa la tuviera presente. Leámosla con detenimiento y unción.

"Así habló Jesús. Luego, levantando sus ojos al cielo, dijo: "Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu hijo, para que tu hijo te glorifique a ti, y que por el poder que tú le has dado sobre todos los hombres, él dé vida eterna a todos los que le has confiado. Y la vida eterna es que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a término la obra que me encomendaste."

"Ahora, Padre, glorifícame tú junto a ti con la gloria que tenía contigo antes de existir el mundo".

"He manifestado tu nombre a los hombres que escogiste del mundo y me los confiaste; tuyos eran, y tú me los confiaste; y ellos han guardado tu doctrina. Ahora han conocido que todo lo que me confiaste viene de ti; porque les he comunicado las enseñanzas que tú me diste, y ellos las han aceptado. Ahora saben con toda certeza que salí de ti, y ya están convencidos de que tú me enviaste. Yo te ruego por ellos: no te ruego por el mundo, sino por los que tú me has confiado, pues son tuyos; todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y yo he sido glorificado en ellos. Ya no estoy en el mundo; pero ellos están en el mundo, y yo voy a ti."

"Padre santo, guarda con tu poder a los que me has confiado, para que sean, como nosotros, una sola cosa. Cuando yo estaba con ellos, yo los guardaba y los protegía con tu poder; tú me los confiaste, y ninguno se perdió, a no ser el que tenía que perderse para que se cumpliera la Escritura. Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas cuando todavía estoy en el mundo para que tengan en sí mismos el gozo cumplido que tengo Yo." 

"Yo les he confiado tu doctrina; el mundo los odia porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los guardes del mal. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu palabra es la verdad. Como tú me enviaste al mundo, así también los envío yo al mundo. Por ellos yo me consagro a ti, para que también ellos sean consagrados en la verdad".

"No ruego sólo por ellos, sino también por los que creerán en mí a través de su palabra. Que todos sean uno; como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste para que sean uno, como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectos en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me has enviado y que los amas a ellos como me amas a mí."

"Padre, yo quiero que también los que me has confiado estén conmigo donde yo estoy, para que vean mi gloria, que me has dado, porque antes de la creación del mundo ya me amabas."

"Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo sí te he conocido; y ellos han reconocido que tú me has enviado. Yo les he dado a conocer tu nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor que tú me tienes esté en ellos y yo también esté con ellos". (1-26, Biblia de Jerusalén).

Dimensión Sobrenatural

La dimensión sobrenatural de la Encíclica brilla por su ausencia. Para hacer posible una verdadera hermandad que logre centrarnos, la Iglesia posee todos los medios, no ya para hacer posible una utópica paz en la Tierra, sino también para hacer más llevadera la vida en este valle de lágrimas. Esos instrumentos son la oración, el sacrificio, el ayuno, la intercesión de María, los sacramentos, el respeto a la ley natural y cristiana y la profesión privada y pública de fe en Jesucristo, único Camino, Verdad y Vida.

La Pandemia ¿No es Castigo Divino?

El Papa excluye la posibilidad de que la pandemia sea un castigo divino (nº 134). Sin embargo, no olvidemos que las epidemias han acompañado la historia de la humanidad desde el principio hasta el siglo XX y siempre se han entrelazado con otros dos flagelos: las guerras y las crisis económicas.

En la víspera de la segunda sesión del Concilio Vaticano I, el 6 de enero de 1870, San Juan Bosco tuvo una visión en la que se le reveló que "la guerra, la peste, el hambre son los azotes con los que se golpeará el orgullo y la malicia de los hombres". Así dijo el Señor: “Ustedes, sacerdotes, ¿por qué no corren llorando entre el vestíbulo y el altar, invocando la suspensión de los flagelos?... ¿Ignoras que esta es la terrible espada de dos filos que derriba a mis enemigos y que rompe la ira de Dios y de los hombres?"

El Pecado

La encíclica no menciona el pecado ni sus consecuencias en la sociedad. Esto es lamentable, pues no se pueden ignorar los signos de los tiempos actuales. Decía el ahora santo Juan Pablo II:

 “…todas las calamidades del mundo: el aborto, la falta de libertad para vivir la fe, las discriminaciones, la violencia y el terrorismo; la represión, las armas atómicas, la pobreza de pueblos enteros, las injusticias, las diferencias enormes entre ricos y pobres, etc., por muy impresionantes que a primera vista puedan aparecer tales laceraciones, sólo observando en profundidad se logra individuar la raíz: ésta se halla en una herida en lo más íntimo del hombre. Nosotros, a la luz de la fe, la llamamos pecado, comenzando por el pecado original que cada uno lleva desde su nacimiento como una herencia recibida de sus progenitores, hasta el pecado que cada uno comete, abusando de su propia libertad” (Reconciliación y Penitencia, 2).

Signos de los Tiempos

Lo más preocupante para este servidor en relación con la encíclica del Papa no es el hecho de que apele el Romano Pontífice a principios de la Ley Moral Natural, válidos desde luego, para afrontar las dificultades del mundo de hoy y propugnar por una paz en la Tierra en base a una gran fraternidad mundial, donde los hombres, pueblos, organismos intermedios y gobiernos, en apoyo a los principios de solidaridad y subsidiariedad logren conquistarla. Lo más sorprendente es parecer ignorar los signos de los tiempos actuales.

En efecto, la Iglesia debe estar atenta a discernir el pulso moral y espiritual en que se encuentra el mundo y que es de total confusión.

Toda encíclica de ordinario va dirigida a los obispos, como pastores de la grey, y a todos los fieles católicos para tratar sobre asuntos de la Iglesia o determinados puntos de la doctrina católica, fe o costumbres que contribuyan al desarrollo espiritual de los fieles y arrojar luz sobre determinados eventos que van desarrollándose en un momento dado en la comunidad mundial.  Y en estos momentos de confusión, más que nunca hay que abordar todo el gran bagaje de gracia y fuerza mística que posee la Esposa de Cristo para afrontar esta tormenta en que nos debatimos y que se caracteriza principalmente por lo siguiente:

  1. Deterioro espiritual y moral de los pastores del rebaño, y que además es de conocimiento público, y la división interna que desgarra el Cuerpo Místico de Cristo.
  2. Las extrañas creencias y nuevas filosofías que han oscurecido tanto la luz de la verdad en Jesucristo como el orden establecido por el Padre en relación con la vida, los hijos de Dios, la familia, la comunidad y los gobiernos.
  3. La profunda indiferencia de la humanidad hacia las cosas de Dios, donde le falta la fe, esperanza y caridad y vive un deterioro moral, social y espiritual.
  4. El placer, materialismo, comodidades y vicios que adormecen la vida espiritual.  

Esta realidad incontrastable por la que atraviesan el mundo y la Iglesia es la causa de que la Mano del Gran Poder esté a punto de pegar con fuerza a esta generación que no se arrepiente, no pide perdón, no hace penitencia, no ora y al contrario se burla de Dios y viola sistemáticamente sus leyes y arroja lejos la Cruz redentora del Salvador.

Esta debiera ser, en mi lectura personal y discernimiento, la principal encomienda de los pastores de la Iglesia, e impetrando la intercesión poderosa de María, a quien el Cielo le ha dado una gran misión para estos tiempos.

¿El Papa está a favor del Matrimonio Homosexual?  

No, desde luego que no. El Papa, la enseñanza del Evangelio y la Doctrina de la Iglesia son meridianamente claros en esto.

El documental “Francesco” dio la vuelta al mundo debido al aparente apoyo del Papa a las leyes de unión civil entre homosexuales, algo que contrasta con la posición de sus predecesores y la doctrina de la Iglesia Católica.

Aunque el director ruso Evgeny Afineevsky dijo a CNA –agencia en inglés del Grupo ACI– y a otros periodistas que los comentarios respecto a las leyes de convivencia o unión civil se los dijo a él – lo cual es mentira – luego se supo que en realidad eran parte de una entrevista que realizó en 2019 Valentina Alazraki, periodista mexicana de Televisa.

También se supo después que las declaraciones del Santo Padre fueron editadas para el documental. Desde entonces los periodistas han cuestionado la naturaleza precisa de las palabras del Pontífice sobre la unión civil de homosexuales.

La declaración sobre la convivencia civil no está presente en la versión publicada de la entrevista de Alazraki y no se ha difundido y tampoco se sabe quien o quienes la censuraron. Sin embargo, la revista jesuita America Magazine publicó lo que sería el contexto de las declaraciones del Papa sobre las uniones civiles.

En su entrevista, Alazraki le recordó al Santo Padre la batalla que tuvo contra el matrimonio homosexual cuando era arzobispo de Buenos Aires y le preguntó si su apariencia más liberal de ahora se debe a la gracia del Espíritu Santo.

La respuesta del Santo Padre, según indica America Magazine, fue la siguiente:

«La gracia del Espíritu Santo existe ciertamente. Yo siempre defendí la doctrina. Y es curioso, en la ley de matrimonio homosexual, es una incongruencia hablar de matrimonio homosexual. Lo que tenemos que hacer es una ley de convivencia civil. Tienen derecho a estar cubiertos legalmente».

Lo que dice el Papa a la periodista se refiere a cuando en Argentina tuvo que oponer una propuesta de ley para que no se equiparasen las uniones homosexuales al matrimonio. En ese sentido siguió lo indicado por el entonces Cardenal Ratzinger y la Congregación para la Doctrina de la Fe.

En efecto, sobre este asunto hay un documento de la Iglesia que aborda esta cuestión desde julio del 2003 de parte de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, intitulado: “Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales” (#6 julio del 2003)

En el mismo se afirma medularmente que “la Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a la aprobación del comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones homosexuales... Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender tales valores, para el bien de los hombres y de toda la sociedad”.

En conclusión, de lo anteriormente dicho, hay que reconocer que existe una seria crisis por causa de declaraciones, entrevistas y documentos que se han publicado y que derivan en confusiones que los medios aprovechan para sacar fuera de contexto.

Asimismo, cabe señalar que las opiniones expresadas por un Papa en una entrevista eventualmente no están exentas de error ni expresan el Magisterio de la Iglesia si lo dicho no coincide con éste. 

Finalmente, mediante una acción prudente y respetuosa, se debe concluir que no es posible aceptar aquello que objetivamente pueda ser contrario a las enseñanzas de la Iglesia Católica. 

No olvidar y tener muy presente que ya la Virgen había profetizado que estos tiempos serían de gran confusión en el mundo y en la Iglesia.

Todos los artículos de este sitio pueden ser reproducidos, siempre y cuando se cite al autor, Luis Eduardo López Padilla, y la página donde fue originalmente publicado, www.apocalipsismariano.com

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