Hay que ser sumamente insensible, hay que estar muerto en este tiempo para no darse cuenta que una fuerza preternatural, una fuerza profunda arrastra al hombre al mal. Hay que ser ciegos, sordos para no darnos cuenta que Satanás quiere desprender a los hijos de Dios del seno de la Salvación.
En todas las apariciones de la Virgen, la gran preocupación de Ella son los cientos de miles de hombres y mujeres que se condenan y van al fuego del infierno por falta de sinceridad, por falta de honestidad, por la mentira; por la sumisión al rey de la diversión, al rey de la satisfacción y de la comodidad, por la sumisión al demonio vivo, a Satanás que camina en nuestra tierra.
Entonces, ¿qué va a pasar? ¿Qué va a suceder? El tiempo anunciado por los profetas ha llegado.
Aún no comienza el dolor de los dolores…pero falta ya poco, muy poco.
Se multiplican cadenas de profecías por doquier, la mayoría falsas o confusas, más no todas. Pero a falta de luz y discernimiento son pocos los que reconocen las auténticas apariciones y mensajes verdaderos, y peor aún, pues muchos que disciernen lo hacen mal y crean más confusión. Y más grave, es que aún más adelante será en extremo difícil discernir bien. Aquellos cuyo conocimiento viene de lo Alto, discernirán según Dios.
El tiempo de la preparación se agota. La inmensa mayoría no saben aún lo que vendrá al mundo y la humanidad enfrentará. Los tiempos de los avisos están muy cerca de expirar. La mano del Gran Poder está presto a azotar a esta generación sorda y perversa que puebla la tierra y que se atreve a declarar la guerra contra Dios y contra su Cristo Salvador.
Pésele por la eternidad a quienes soberbiamente pretenden ser más sabios que la Sabiduría misma, pues el señor Todopoderoso se reirá y se burlará de ellos. El Señor de lo Alto está indignado y está presto a inflamar Su Ira a la humanidad que vive en la tierra y en los cielos. ¡Tened temblor y temor santo a Dios Su Creador y Redentor que fuimos comprados a gran precio!
Los hombres nacidos de mujer deben prepararse física, emocional y espiritualmente, pues grandes catástrofes ocasionadas por desastres naturales están por caer al mundo. Mejor morir hoy que seguir vivo y no convertirnos, pues será mucho peor lo que se espera. La naturaleza clama venganza por los pecados que inundan al mundo. Fuego, viento, agua y tierra serán tan aterradoramente violentos que serán desconocidos para los hombres de ciencia, que no atinarán a saber qué sucede en la naturaleza que está más que herida por el pecado.
El corazón de los hombres ya no genera más que odios, envidias, celos, traición y horrores perversos que desencadenarán guerras, muerte, destrucción, caos, aberraciones, enfermedades, epidemias y destrucción. La tierra se convertirá en un lugar peligroso para la vida.
Millones de hombres perderán la vida, y lo que es peor perderán su alma para siempre pues no se han convertido al hacer oídos sordos a las innumerables llamadas del Cielo que por muchos años han resonado en el mundo entero. Condenada el alma al infierno eterno no hay esperanza que valga, pues habrá perdido para siempre al Amor de los Amores, a Nuestro señor Jesucristo, Dios y Hombre Verdadero. Satanás, príncipe de los demonios y bestias infernales lo poseerá para siempre sin fin.
Orar, oremos; Dios quiere ver y oír nuestra oración, nuestra súplica, nuestro arrepentimiento, postrados, arrodillados, pues hemos pecado. Todos los hombres nacidos de mujer pecan, menos la Purísima, la Inmaculada, la Esposa, la Hija y la Madre de Dios, el Ángel Mayor enviado de estos tiempos y desapercibida por algunos hombres de la Iglesia, que la han perseguido y denostado.
El sacrificio es mandatorio ahora en estos tiempos, hay que ayunar, ayunemos, mortificar los sentidos, vivir las virtudes, vivir de fe, amar y perdonar; amar a quien nos hace daño y persigue, pues las más grandes tentaciones están por desplegarse en la tierra. La dimensión del mal llegará a su clímax, la Iglesia se desmoronará y no será más ejemplo ni guía. Su mayor obscuridad está por ocurrir. Tendremos que ser luz. Iluminar nuestro aposento con el cirio de la esperanza de una vida de entrega total, sin apegos al mundo, ni a sus vanidades, ni al dinero, ni a la fama, ni a la gloria terrena que nada vale. Solo Dios basta.
La más grande batalla que los siglos han conocido llega. Se revelará el interior de cada uno y el pecador pecará más y el santo se santificará más. O se es frio o caliente, pues al tibio Dios lo vomita de su boca. Pero el hombre formado por la Purísima y sólo superado sobrenaturalmente ganará la batalla, así tiene que ser, ya que por Justicia Divina y equilibrio y armonía perfecta, ni Dios ni Su Madre participan directamente. Es el talón que aplasta. ¿Somos parte del talón que aplasta? Gracias Madre por el privilegio; haznos dignos mediante la entrega diaria.
La Justica de Dios es perfecta. El Amor de Dios es Justicia, sin sentimentalismos ni apegos humanos. ¿Quién es mi madre y mis hermanos?, pregunta el Señor, aquél que cumple la Voluntad de Dios es mi madre y mis hermanos. Por eso nada ni nadie debe anteponerse al Amor de Dios, ni padre, ni madre, ni parientes, ni esposa, ni hijos, ni hacienda, pues quien hace esto no es digno de Él. Deja que los muertos entierren a los muertos, vende todo lo que tienes y síguelo. Tendrás una recompensa grande, inmensa. Por cada uno que des recibirás 100 aquí; la vida eterna y podrías calificar para entrar a la exclusiva Morada del Padre Eterno.
No tengamos miedo. Por sobre todas las cosas el Amor vencerá. El Amor que emana del sacrificio que venció en la cruz…pero convirtámonos y preparémonos pues el tiempo está muy cerca. Pidamos al Espíritu Santo cuya fiesta celebramos este próximo domingo que nos haga tener oídos sobrenaturales, pues ya no habrá más tiempo ni dilación, pues el Ángel está presto a tocar la Trompeta.
El que daña, que dañe más.
El sucio, que se ensucie más.
El justo, que se purifique más.
Y el santo, que se santifique más todavía. (Apoc. 22, 11)
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