La Iglesia Católica ha estado en medio de las noticias en las últimas semanas, principalmente con ocasión de filtraciones de documentos confidenciales que han llegado a los medios de prensa.
Hay quienes piensan que éstos son escándalos que siguen ensuciando la cada vez más empobrecida imagen de la Iglesia. Muchos se jactan de este mal momento por el que atraviesa la Esposa de Cristo, que aunado a los escándalos de pederastia y pedofilia son ocasión de pérdida de la fe, alejamiento de la Iglesia Católica, y sobre todo, un "justificar" una vida sin imposiciones religiosas o principios morales de los cuales la Iglesia siempre ha sido promotora y defensora.
Pero en realidad las filtraciones de documentos no son escándalos, pues no queda expuesta la figura del Papa ni la de ningún funcionario del Vaticano por conocerse información que es exclusiva del quehacer confidencial en la atención de las problemáticas que presenta la difusión de la fe o el desarrollo de la espiritualidad; las relaciones diplomáticas con los estados o la presencia de la Iglesia en las problemáticas sociales y humanas, etc. Al contrario, de muestra que siendo una institución divina también es humana y que está en el mundo; y como toda responsabilidad en funciones se necesita de buen juicio, de la colaboración y de la consulta a diferentes organismos y asesores para tomar las decisiones más acertadas en cada caso particular.
Pero lo que sí está fuera de toda duda es que cada vez más el poder de las tinieblas se hará más presente en la vida de la Iglesia, pues ya le llega "su hora", y esta hora es la que está determinada por el Padre Eterno para que la Iglesia, como Cuerpo Místico de Cristo, pase por las mismas etapas que pasó Su Fundador, y particularmente la de la pasión y "muerte". Pues al igual que Jesucristo, hasta antes de que llegara Su Hora nadie le podía poner mano, llegado el momento en que se le dio permiso al poder de las tinieblas para hacer su parte, entonces sí, como dice la Escritura, "hicieron con él lo que quisieron".
Pues exactamente de la misma forma, la Iglesia está muy próxima ya a pasar por su calvario, por su Viernes Santo; pero antes debe venir la traición, que así como la sufrió Jesucristo de mano de uno de sus más cercanos e íntimos dentro del colegio apostólico de los 12, asimismo la Iglesia será traicionada por parte algunos cardenales que ya en su corazón no sirven a Jesucristo, sino que hacen ofrenda y queman incienso al mismísimo Satanás.
En efecto, gente maléfica planea la obscuridad de la Iglesia, y ésta vendrá ya muy pronto como parte del poder de las tinieblas que tiene que tentar hasta el extremo, como el mismo Jesucristo fue tentado; y tiene que pasar por su pasión dolorosa como el mismo Cristo la sufrió; y tiene que pasar por una "muerte" como el mismo Cristo la aceptó de su Padre, pero con la grandísima diferencia de que la Iglesia siendo institución divina y humana, es en esta parte humana en que deberá de sufrir "70 veces más" de lo que sufrió Su Divino Fundador, porque nosotros sí somos los verdaderos culpables de este rostro desfigurado que ahora presenta la Esposa de Cristo.
Es así que hoy, salvo honrosas excepciones, ni los laicos, ni las comunidades religiosas, ni los sacerdotes, ni obispos, ni cardenales hacemos oración intensa; no hacemos sacrificio ni penitencia debida; ya no suplicamos a Dios misericordia; ya no profesamos una devoción sólida a la Santísima Virgen; ya no predicamos el Evangelio, ni hacemos apostolado, ni hacemos proselitismo; ni damos testimonio de vida; ni somos íntegros y coherentes con nuestra fe; ni practicamos las virtudes, sobre todo la caridad cristiana; y nos hemos dejado llevar por la murmuración, el egoísmo, la envidia, el rencor, el amor al dinero, el amor a la propia estima; por los placeres, el poder, la buena vida y nos hemos olvidado una gran mayoría de que a Dios habría que amarlo con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas.
Y aquí está la causa de todo. Por eso, no nos asustemos todavía, pues la mayor obscuridad y negrura para la Iglesia aún está por llegar, y veremos a nuestra madre la Iglesia dividida, enfrentada, sacudida desde sus mismos cimientos, y veremos con espanto el cumplimiento de la profecía de Daniel de cómo la "abominación desoladora" se instalará en el lugar Santo.
Hermanos y todos, preparémonos pues será tal la obscuridad que el que no haya edificado su propia luz interior con una auténtica y sólida vida espiritual será confundido y perecerá, y lo más grave, correrá el riesgo grandísimo de la condenación eterna.
Y para que nadie desespere... al final saldrá la Luz y vencerá el Vencedor, de aquél que emana el Amor por el Sacrificio. Pero antes habremos de beber el cáliz amargo de la pasión profetizada para la Iglesia.
P.D. Estoy escribiendo un libro sobre este tema, pues finalmente todo se está cumpliendo según lo profetizado en las Sagradas Escrituras, particularmente en el libro del Apocalipsis. Para que cuando ocurriera todo esto no fuéramos a perder la fe.
LUIS EDUARDO LÓPEZ PADILLA
24 de Junio del 2012