Dentro de la Nueva Era existe una corriente de pensamiento, por razones ecológicas, paganas y esotéricas, que quiere ver a la Tierra como un ser vivo; la llamada Gaia o Pachamama.
Esta idea pretende transmitir el concepto de que la Tierra sufre por la contaminación a la que el hombre la ha sometido por mucho tiempo, y que explicaría las diversas manifestaciones catastróficas de la naturaleza. Pero el asunto es más complejo. Más ligado incluso, dicho teológicamente, al mal uso de la libertad humana ante Dios.
En efecto, desde el Paraíso terrenal, cuando la culpa introdujo el desequilibrio en la naturaleza, la humanidad vive en una atmósfera de milagro y de misterio, toda vez que mantiene un velo que le impide ver con claridad y en todo su esplendor la naturaleza tal y como Dios la creó
Así pues, San Pablo enseña claramente que igual que el hombre, la naturaleza está "caída". Es decir, no está en su debido ser, sino en una situación de violencia, digamos que en situación "antinatural". No es la "natura" en su estado primero, sino la "natura laesa"; natura herida, es decir, "naturaleza". A ella también le alcanzó la maldición del pecado original del hombre que debía de haber sido su amo. Dice: "A imagen tuya, oh Dios, creaste al hombre, y le encomendaste el universo entero, para que sirviéndote sólo a Ti, su Creador, dominara todo lo creado..." (IV plegaria Eucarística). Entonces, ya que el amo se salió del orden, la maldición del desorden cayó sobre toda la "casa".
La creación pues no es ahora para el hombre lo que hubiera sido de no haber ocurrido la caída de los primeros padres en el pecado. Esta realidad de la "creación entera", afectada penosamente por el pecado del hombre, es la que denuncia San Pablo al decir que "la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios. La creación en efecto, fue sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por aquél que la sometió en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción... pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto"(Romanos 8, 18-22).
Luego, esta natura herida es aún mayor porque los crímenes de la humanidad claman al Cielo. Por eso, como dijera la Virgen en La Salette, "la naturaleza clama venganza contra los hombres y tiembla de espanto en espera de lo que debe suceder en la Tierra".
Si quisiéramos poner en perspectiva a partir de este momento a lo que primero se va a enfrentar la humanidad en este periodo específico del final de los tiempos es a la naturaleza que se manifestará violentamente a través de sus cuatro elementos primarios: fuego, tierra, agua y viento. Grandes catástrofes propiciadas por desastres naturales están por suceder en la Tierra, pero muy diferente a lo que hasta ahora se ha conocido por sus consecuencias materiales y en la vida del hombre sobre la Tierra.
Simplemente me gustaría compartir con el lector que en los últimos dos a tres meses, para muchos totalmente desapercibido, han ocurrido un sinnúmero de manifestaciones de la naturaleza que van in crescendo; explosiones inexplicables en el cielo; señales y ruidos extraños en la atmósfera terrestre; junto con un mayor dramatismo y frecuente aumento de terremotos, tornados y tormentas violentísimas, erupciones volcánicas, inundaciones, etc.
Por ejemplo, recientemente han hecho erupción con explosiones de cenizas y material incandescente el Volcán de Colima en México; el Tungurahua en Ecuador; el Copahue en Argentina; el San Cristóbal en Nicaragua; fuerte actividad volcánica en el Kilauea en Hawaii; el Kamchatka en Siberia al este de Rusia; el Hierro en Islas Canarias; y el Stromboli en el Mar Tirreno frente a las costas de Calabria al sur de Italia, acompañado de fuertes movimientos sísmicos.
Y simultáneamente hemos tenido un fuerte tornado en Taranto, Italia; un terremoto en Myanmar de 6.8 grados apenas en noviembre pasado; una terrible inundación en Venecia el mismo día del terremoto antes citado; tres días antes en Sydney una tormenta eléctrica con granizo e inundación de por medio; el mismo día, pero en la costa este de los Estados Unidos una tormenta de nieve; un día antes un terremoto en Guatemala de 7.4 grados Richter. Días después, el 14 de noviembre del 2012 atestiguamos el eclipse total de Sol que fue visto mayormente en Australia, para que dos días más tarde fueran lanzados más de 100 cohetes a la franja de Gaza después de que Jerusalén fue sorprendido previamente por el lanzamiento de un cohete. El 20 de noviembre China fue sorprendida por un terremoto de 5.5 y otros tantos que se han dado espectacularmente en diversos puntos del planeta de un grado similar.
A fines de noviembre fuimos testigos de violentísimos tornados en el oeste de Japón, Australia y Portugal. No menos trascendental el gran tsunami solar del 20 de noviembre y la protesta del Cairo el 26 del mismo mes. Y el mes terminó con una inexplicable aparición de un color rojizo en la costa de Sydney, específicamente el día 26 de noviembre; y el mismo día en el Reino Unido una intensísima lluvia que provocó grandes inundaciones, al igual que en Perth, Australia con grandes tormentas eléctricas y sin dejar de mencionar también el sistema de tormenta triple que hubo en la costa oeste de los Estados Unidos, y desde luego la gravísima tormenta Sandy que para quien ha sido testigo por las diferentes redes sociales de lo que fue esa tormenta perfecta, los estragos fueron pavorosos.
Pero con preocupación y pena debemos de decir que esto no es todavía a lo que la Santísima Virgen se ha referido en sus múltiples mensajes auténticos de estos tiempos. Digámoslo sin tapujos: la humanidad no sabe aún lo que le espera, pues serán tales las catástrofes, las enfermedades y epidemias y todo lo que vendrá de "arriba", que la Tierra se convertirá en un lugar peligroso y difícil para la vida. ¿Estamos preparados física y espiritualmente a lo que vendrá?
17 de Enero del 2013
Luis Eduardo López Padilla