Discernir en la Confusión

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En 30 años de estudio y habiendo abordado un sinnúmero de eventos que delimitan el tema del final de los tiempos – escatología - podemos sacar algunas conclusiones.

 

Las Apariciones Marianas que han tenido lugar en los siglos XIX, XX y XXI – incluida la de Guadalupe en México de 1531 -  son el mayor signo de los tiempos y la confirmación más clara de que hemos entrado al Final de estos Tiempos de incredulidad y falta de fe. No obstante, por innumerables razones estoy convencido (y por paradójico que esto sea) que de cada 10 supuestas Apariciones Marianas, más de la mitad son falsas. Y de las que son verdaderamente de Dios, un 40%  se desviaron de su propósito original. Por tanto, son pocas las que verdaderamente fueron transmitidas por sus videntes siguiendo puntualmente las directrices del Cielo y siendo fieles a la pureza original del Mensaje recibido. Entre estas, sólo como ejemplo, está Lourdes, Francia, de 1858. La vidente fue Santa Bernardita Soubirous. 

Por tanto, un gran signo de confusión de estos tiempos es que el mensaje auténtico de la Santísima Virgen ha sido tergiversado, adulterado, mal transmitido y mal interpretado por teólogos, laicos y religiosos, dando lugar a diversas enseñanzas de lo más imprecisas y desacertadas que lejos de arrojar luz a ciertos temas como la apostasía, la “gran tribulación”, la aparición del Anticristo, el castigo de Dios y particularmente la Parusía y Segunda Venida de Cristo, dejan una estela de confusión e incomprensión de estos temas. Parte de esta culpa se debe imputar a quienes recientemente sin la más mínima disciplina académica y estudio, difunden por internet toda clase de mensajes: algunos anónimos, otros de supuestos videntes, en los que mezclan profecías de distintas apariciones con citas bíblicas, haciendo una verdadera mescolanza de mensajes verdaderos y falsos sin pies ni cabeza. Esto ha contribuido al desprestigio del mensaje mariano; y también ha traído una relajación tal para lo divino que por doquier se hablan de mensajes vanos y superficiales.

Hasta antes del año 2000 hubo un boom de difusión de mensajes, manifestaciones marianas y revelaciones privadas. A partir del nuevo milenio, con la muerte de Juan Pablo II,  la renuncia a la silla de Pedro de Benedicto XVI y particularmente la elección del Papa Francisco se han disparado una serie de interpretaciones forzadas para hacer casar las profecías, promoviéndose entonces calificativos de ilegitimidad hacia el Papa Francisco.  Todo esto ha venido a marcar un desinterés y burla en las profecías marianas y privadas por su aparente “incumplimiento”.

Como consecuencia de lo anterior se sigue tergiversando el auténtico mensaje mariano, difundiendo con mayor amplitud las condiciones que hay que tener para la supervivencia física y bienes materiales ante los posibles desastres y la venida del anticristo. Asimismo existe la manía de adelantar eventos proféticos y se dan fechas de los mismos, tal como el día, mes y año de un futuro aviso y un milagro que la Santísima Virgen anunció en algunos lugares de aparición y que Dios en su oportunidad dará al mundo. De esta suerte se desenfoca lo que es más importante: la preparación y fortalecimiento espiritual para los tiempos que se avecinan. Esto significa en concreto aumentar en uno mismo la vivencia de las virtudes; la vida de fe, esperanza y caridad, mediante la frecuencia de los sacramentos – particularmente la confesión y la eucaristía. La práctica de la oración, sacrificio y penitencia, incluido el ayuno y abstinencia los días viernes, según la dirección y condición de cada uno, y el rezo del Santo Rosario diario. Llevando adelante un apostolado, firme, constante y diligente según los talentos recibidos. También pedir al Espíritu Santo la gracia de discernir los Signos de los Tiempos.

Para agravar el tema de la confusión, la postura en general que ha asumido la Jerarquía de la Iglesia Católica ha sido de menosprecio y de prestar pocos oídos al mensaje de la Santísima Virgen. Ejemplo de ello es la total ignorancia al mensaje anunciado por la Virgen en La Salette, Francia, en 1846; y más grave aún, la desobediencia a los pedidos de la Virgen en Fátima, en primer lugar, al no haberse dado a conocer el secreto en 1960 bajo el pontificado del Papa Juan XXIII; en segundo lugar, no haber realizado la consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María tal y como lo pidió la Virgen a Lucía el 13 de Junio de 1929; y en tercer lugar, y probablemente más grave que las anteriores, haber callado parte del Secreto que la Virgen transmitió a la Hermana Lucía y sólo haber hecho público la llamada visión y no las palabras de la Señora, con lo que queda de manifiesto, y sin pretender juzgar a nadie, el mayor desprecio por parte de la Jerarquía de la Iglesia al pedido del Cielo transmitido por medio de la Virgen María.

Si la Jerarquía hizo esto con Fátima, aparición reiteradamente aprobada por los Papas y cuyo Santuario ha sido visitado en varias ocasiones por los romanos pontífices, ¡qué se puede esperar del resto de las apariciones auténticas!

Conforme corren los tiempos actuales, algunas apariciones que son de Dios han sido hasta ahora bloqueadas y/o reprimidas y/o condenadas por pastores y jerarcas de la Iglesia. Y viceversa, otras apariciones que han sido respaldadas y promovidas resulta que Dios no está presente. Así de grande es la confusión actual.

Cada día siguen aumentando las señales y signos de los tiempos tanto en el cielo como en la tierra. No obstante, algunos de los signos y señales son obra de Dios; otras obras del hombre; y otras son y serán obra del maligno. Dependiendo de la condición espiritual de cada ser humano que puebla la tierra, la interpretación de estos signos y señales será muy diversa. Algunos verán la mano de Dios, otros verán la mano humana, y otros la acción diabólica y el discernimiento cada vez será más difícil.

Conforme los tiempos se acercan a su desenlace, todo tipo de profecías van coexistiendo. Pero lo más importante es que todas llevan a un propósito: o preparan y trabajan para la apostasía y la venida del Anticristo, o preparan la fuerza ascética y mística de la fe y trabajan para la venida y triunfo en la Tierra del Reino de Nuestro Señor Jesucristo por medio de María.

De igual forma, muchos misterios se abrirán y verdades que estaban ocultas se descubrirán. Dios está trabajando por medio de María y utiliza diversa clase de seres (ángeles y arcángeles en el orden inmaterial; hombres de altísimo nivel espiritual; hombres nacidos de mujer llamados por Dios para conformar el gran ejército, y otros…) que en medio de grandes eventos sobrenaturales y universales asumirán  el rol que les corresponde para enfrentar y dar la batalla en contra de Satanás y sus ángeles infernales; así como en contra de seres de gran poder tenebroso del cosmos y terrestres; hombres nacidos de mujer adheridos al mal,  incluso almas condenadas y traídas de vuelta al mundo por Satanás.

Por una serie de razones científicas y teológicas, en muy breve tiempo entraremos en un proceso sucesivo y vertiginoso de grandes acontecimientos, algunos de naturaleza social, otros de orden político y económico, y otros catastróficos de origen natural y cósmico sin parangón en la historia, y esto como parte de la gran batalla del Final de los Tiempos. Y aunque sólo María tiene el poder de adelantar o retrasar la hora que el Padre ha establecido, estamos llegando inexorablemente a un último esfuerzo del Cielo para esta humanidad descreída con la llegada del Papa Francisco, que dicho sea de paso, es otro de los grandes Signos de los Tiempos.

El que tenga ojos, que vea. 

 

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