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Nuevo Orden Mundial

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Ha terminado el dramático año 2020 y comenzamos el año 2021 con un mar de dudas e incertidumbres sobre el porvenir, pero sobre todo con signos en extremo peligrosos, pero siempre bajo la permisión eterna del Padre que dirige y guía todos los actos del universo, pues gracias a la Divina Providencia, no hay mal que por bien no venga.

Guía Profética

Empecemos con la guía profética de lo que la Señora del Cielo puntualmente ha transmitido sobre lo que condicional e incondicionalmente vamos a enfrentar, pues como se ha repetido en otras ocasiones: “la flecha duele menos cuando se ve venir”.

Sabemos que la Revelación pública concluyó con la muerte del último de los Apóstoles, pero algunas apariciones marianas han sido casi elevadas a magisterio ordinario, como Guadalupe, Lourdes y Fátima. Concretamente Fátima es una profecía que obliga a la Iglesia a admitir un mensaje que ahora no es “opcional” reconocer, sobre todo a la luz de lo que expresó solemnemente San Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981:

“Me estoy dirigiendo hacia este lugar bendito para escuchar en nombre de la Iglesia entera la orden que nos dio Nuestra Madre” (Marco Tossatti. El Secreto No Revelado. p. 95).

El horizonte que va marcando el mensaje de Fátima es la mar de trágico. Primero, es la terrible visión del Infierno en el que caen las almas de los pecadores que no se arrepienten.

Segundo, cuando la propia Virgen indica que, si el mundo no se convierte, “Rusia propagará sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones contra la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho y varias naciones serán aniquiladas”.

Tercero, es una tragedia que termina con el asesinato de un Papa y junto con él mueren unos tras otros obispos, sacerdotes, religiosos y diversas personas seglares, hombres y mujeres de distintas clases y posiciones.

E incondicionalmente un rayo de profunda esperanza ante este mundo confuso y perverso: “Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz”.

Este triunfo del Corazón Inmaculado de María se profetiza sin condiciones. Es decir, sí o sí sucederá. Por su parte, el castigo que precederá al triunfo sí está sujeto a condiciones: sólo tendrá lugar si la humanidad no se convierte. No obstante, la creciente apostasía de la humanidad en los últimos años, el odio en los corazones, la indiferencia profunda a las cosas de Dios, la creciente cultura de la muerte; el ofuscamiento de la luz de la razón que ha arrojado a una terrible confusión en el mundo y lastimosamente también en el interior de la misma Iglesia, casi confirma que es poco menos que improbable – pero no imposible – que haya un cambio de frente en el proceso histórico que evite un severo castigo a esta generación.

Muchas opiniones, medias verdades, conspiraciones, fantasías

El Principio de No Contradicción es una formulación clásica de la lógica y filosofía que establece que una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo, por ejemplo, un perro no puede tener y no tener 4 patas al mismo tiempo.

A lo largo del año 2020 hemos sido testigos de las más variadas y disparatadas opiniones, afirmaciones, sentencias, análisis, medias verdades y todo tipo de conspiraciones y fantasías en torno al virus; sobre su origen, propósito, vinculación con el llamado Nuevo Orden Mundial, sobre el chip y la “marca de la bestia “(Ap, 13,17) y hasta como causa predeterminada para la caída de Trump…etc.

Pero es menester distinguir entre meras opiniones, hipótesis –que requieren ser demostradas– errores, dudas, fantasía, etc. de lo que son afirmaciones ciertas. En efecto, hay que recordar que, en el proceso del conocimiento, la certeza –que excluye la duda– no se debe confundir con la opinión que admite la posibilidad de error, ni con la hipótesis que exige ser demostrada para ser tesis cierta.

El razonamiento necesario para transformar una hipótesis en certeza se llama demostración. Por su parte, al verdadero razonamiento, fundado en la lógica, se contrapone el sofisma, que es un razonamiento falso fundado en errores lógicos y, en el fondo, en la violación del principio de no contradicción, como todo el soporte que supone, por ejemplo, la llamada Ideología de Género, es decir, ser hombre por naturaleza y mujer por decisión.

Enero 2020

Todo empezó con la noticia de una epidemia que tenía su epicentro en China, en la ciudad de Wuhan. La internacionalización no sólo facilitó la expansión del virus, sino también la propagación en tiempo real de las noticias. Autores como Laurie Garrett, ya habían escrito en 1995 (The Coming Plague) que debían registrarse nuevas y devastadoras epidemias en un planeta que había perdido equilibrios.

En marzo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo clasificó como pandemia producida por un coronavirus, al que más tarde bautizó como Covid-19. No se sabe con certeza hasta qué punto son confiables, por defecto o por exceso, los datos comunicados por la propia OMS y los diversos gobiernos del mundo; tampoco se tiene certeza en qué medida son eficaces las medidas tomadas para contener la pandemia: la sana distancia, el cubrebocas y los confinamientos; asimismo la certeza sobre la eficacia de las vacunas anunciadas; así como la nueva mutación del virus,. ¿Qué va a pasar con todo esto?  Se puede opinar y formular hipótesis, pero no hay certeza de nada.

Lo que sí podemos concluir con certeza es lo siguiente:

  1. En el ámbito económico y social asistimos a la quiebra de numerosas pequeñas empresas, graves pérdidas económicas para la clase media, desempleo y pobreza, mientras los estados se ven incapaces de hacer frente a la crisis económica con dinero público, confirmando así lo dicho en marzo pasado por el destacado economista Nouriel Roubini, profesor de Economía en la Universidad de New York: “Habrá una recesión mundial debido al coronavirus".
  2. Más graves aún parecen las consecuencias psicológicas de la pandemia, causadas en primer lugar por el estado de alarma y el miedo que se ha desencadenado en el mundo. El miedo al virus ha sido causa de angustia, depresión e incluso de gran cantidad de suicidios en una sociedad que se ha criado con el rechazo a la muerte y el culto a la salud y el bienestar, junto a las insoportables medidas restrictivas impuestas por las autoridades, en muchos casos confusas e irrazonables, y donde la Iglesia, salvo algunas pocas excepciones, ha doblado las manos sometiéndose al poder civil.

Se sabe con certeza que las epidemias tienen consecuencias psicológicas y sociales por el pánico que pueden causar. Uno de sus primeros exponentes es Gustave Le Bon (1841-1931), autor de un famoso libro titulado Psychologie des foules, Psicología de las Masas (1895). Analizando el comportamiento colectivo, Le Bon explica cómo en la multitud el individuo experimenta un cambio psicológico mediante el cual los sentimientos y las pasiones se transmiten de un individuo a otro "por contagio", como es el caso de las enfermedades infecciosas.

  1. La clase política, por su parte, se ha puesto en manos de la sanitaria para combatir la pandemia, pero no ha tardado en producirse una división entre los científicos, acentuada por la oscura disputa entre las grandes empresas farmacéuticas, como el boicot a un fármaco como la hidroxicloroquina (Joseph Tritto, La quimera que cambió al mundo, 2020).
  2. Como consecuencia, se ha venido abajo la confianza de los ciudadanos en sus gobiernos, y en los medios, pero también en la ciencia y en el ámbito médico.

Origen y naturaleza del virus

Existen multitud de hipótesis sobre el origen y la naturaleza del virus, que siguen envueltos en el misterio. Para unos científicos se trata de un virus de origen animal, opción poco probable. Otros indican la posibilidad del origen artificial de la pandemia. El coronavirus podría haber salido accidentalmente de dicho laboratorio, por azar, o bien ser instrumento de un acto deliberado de guerra biológica.

Junto a la hipótesis de la fuga involuntaria del laboratorio de Wuhan, existe otra según la cual el virus sería obra del terrorismo biológico chino.

Un tratado internacional, la Convención sobre Armas Biológicas, firmado el 12 de abril de 1972 prohíbe la experimentación y producción de armas biológicas. Todos los países de la Unión Europea, Estados Unidos, Australia y Japón lo ratificaron, pero China no. La Unión Soviética se adhirió después al tratado.

Rusia y la China de hoy tienen en común un sistema ideológico al que Pío XI calificó de intrínsecamente perverso en su encíclica Divini Redemptoris. La Virgen anunció en Fátima que Rusia propagaría sus errores por el mundo. Se trata de los errores comunistas, destinados a difundirse más allá también de los límites de Rusia, y, sobre todo, después de la auto reconfiguración de la URSS en 1991, donde a la luz de todo lo que ha sucedido, China pudiera convertirse en la primera potencia mundial en esta misma década.

Diversas hipótesis que circulan por internet afirman que el big banking y el big business, o sea, el llamado Deep State apoyado en una oligarquía financiera occidental vinculado a la masonería sería la causante de la pandemia y gestionaría su propagación con miras a someter a la humanidad a un gobierno mundial único. En ese caso, el coronavirus no se habría originado en laboratorios chinos sino occidentales. La tesis del ataque bacteriológico fue propuesta originalmente por el gobierno chino, que a través de su portavoz en el Ministerio de Relaciones Exteriores acusó a Estados Unidos de llevar a China el agente patógeno con ocasión de los Juegos Mundiales Militares celebrados en Wuhan entre el 18 y el 27 de octubre de 2019 (Nexus New Times, # 145; octubre-noviembre de 2020).

A lo anterior se le agrega una idea más que circunstancial de que fue Bill Gates quien creó y difundió el virus en virtud de que él previó la pandemia y su Fundación invirtió en vacunas; pero el hecho de ser previsor y saber hacer negocios no demuestra que haya creado y difundido el virus. Asimismo, ciertos grupos católicos y un amplio sector protestante añade por medio del gobierno mundial la pronta manifestación del anticristo personal, cuya marca de la bestia (chip biotecnológico) vendría por medio de la vacuna.

No obstante, el pensamiento contrarrevolucionario cristiano de los siglos XIX y XX siempre ha afirmado y probado la existencia de una trama histórica anticristiana (Misterium Iniquitatis. Pierre Virión). En esto el “príncipe de este mundo”, Satanás, sabe más por diablo – ángel caído – que por viejo y astutamente ha sabido inducir todas estas teorías, junto con otras absurdas y con conspiraciones fantasiosas, con objeto de descalificar toda crítica de las fuerzas secretas que promueven la revolución contra la Iglesia. De igual manera sucede con las revelaciones privadas. La mejor manera para un demonio de negar los mensajes divinos auténticos es multiplicar las revelaciones falsas para desacreditar y ridiculizar las verdaderas.

Todo lo anterior no obsta para que todos los vaivenes que han ocurrido a lo largo del 2020 sean ocasión propicia para que el poder de las tinieblas quiera sacar ventaja en la lucha entre el bien y el mal en el gran ajedrez trascendente de este tiempo dulce-amargo que transitamos, donde Dios es la causa de todo bien en el universo y, cuando permite el mal, lo hace para sacar de él un bien mayor. Porque Dios siempre triunfa –aun en las “derrotas aparentes”– y el Diablo siempre pierde –aun en las “engañosas victorias”. Por eso para el mundo de Dios, la derrota natural es victoria sobrenatural.

Reinicio Global o Reseteo

Esto también se aplica al coronavirus, el cual pretende relanzar, entre otras cosas, la teoría del Gran Reinicio: volver a empezar de cero para que nazca así un utópico mundo nuevo ecológico y mundialista. También propone un nuevo super hombre con capacidades al límite apoyado en la inteligencia artificial, la robótica y la nanotecnología para que replicando el pecado original de “seréis como dioses”, surja un nuevo ser; que del homo sapiens se convierta en el homo Excélsior mediante un mejoramiento cognitivo, genético y emocional y conquiste la eterna juventud de acuerdo con la tesis transhumanista de alcance cultural, científico y filosófico.   

El economista alemán Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, también conocido como Foro de Davos, habló el pasado 3 de junio de la gran oportunidad de efectuar un Gran Reinicio a resultas de la pandemia mediante una nueva revolución tecnológica (La Cuarta Revolución Industrial, DEBATE, mayo 2019 y COVID -19: El Gran Reinicio, Forum Publishing, 2020).

La Revolución: Un Desorden Mundial Anticristiano

Sea cual sea el origen del virus, las fuerzas anticristianas están tratando de manipular la situación en su provecho. El proyecto de la estirpe de la serpiente que arrancó con la rebelión angélica y que supuso la primera revolución contra el orden establecido por Dios que luego se secundó con la rebelión de los primeros padres, hoy está paradójicamente por completo dividida y desordenada por el odio y el egoísmo.

La existencia de dicho complot está confirmada por documentos pontificios, y en particular por la encíclica Humanum genus de León XIII, publicada el 20 de abril de 1884. En ella el Papa denuncia la diabólica conjura de la Masonería, la cual tiene como “último y principal de sus intentos destruir hasta los fundamentos todo el orden religioso y civil establecido por el cristianismo”. Aunque la identidad de los conspiradores puede variar, el director permanente del proceso revolucionario es Satanás, el ángel caído, siempre rebelde y derrotado. La esencia satánica de toda revolución en apariencia construye, pero en realidad destruye.

Las sociedades secretas que dirigen la revolución, escribe Plinio Correa, tienen por objetivo la instauración de una utópica república universal en la que todas las legítimas diferencias entre los pueblos, familias y clases sociales se disuelvan en una igualitaria y confusa amalgama en ebullición (Revolución y contra revolución, Ed. Fernando III, 1978).

El fin último de la revolución anticristiana no es crear un Nuevo Orden Mundial, sino el caos organizado. La Revolución tiene como meta desbaratar la obra de la Creación y la Redención para instaurar el reinado social del Demonio, un infierno sobre la Tierra que prefigura el de la eternidad, así como el Reinado Social de Cristo prefigura el reino del Paraíso celestial. En este sentido, la Revolución pues tiene su esencia en el desorden, mientras que la civilización cristiana aspira al orden perfecto, como una obra maestra donde Dios Padre es el compositor, Jesucristo es el director y María la primera ejecutora.

Toda revolución tiene una causa y una regla, pero cuando va llegando al final de su recorrido tiende a resquebrajarse desordenadamente. El fin es el caos, que también es el fin de toda revolución. Y también el proyecto del llamado Nuevo Orden Mundial se está transformando en un caos a nivel planetario. Se extienden las protestas y desencuentros sociales mientras los actos de desobediencia a toda autoridad se multiplican en una perspectiva de desorden a escala mundial. Revueltas por todos lados, porque la revolución está en crisis. Los subversivos son los ecologistas, los pacifistas, los antirracistas, los QAnon, las feministas, los antifa, los LGTB, el movimiento Black Lives Matter, etc. Así se prepara la revolución en el mundo que traerá desgracias, caos, sangre, sufrimiento y muerte al por mayor.

Por otro lado, la palabra pandemia, que procede del griego πάνδημος (pándēmos, “que afecta a todo el pueblo”) es afín a pandemónium (“todos los demonios”) que procede del griego pan (todo) y daimónion (demonio). La palabra pandemónium fue acuñada por el poeta inglés John Milton en su obra El paraíso perdido para identificar el palacio edificado por Satanás en el Infierno. Pandemónium es sinónimo de caos, y el hilo conductor de la pandemia que estamos viviendo parece ser un caos diabólico (Roberto de Mattei. Las Fuerzas secretas que actúan en la historia. Noviembre 2020).

Al Gran Reinicio propuesto por los revolucionarios correspondería oponer otro de sentido contrario, basado en la vuelta al orden en lugar de la instauración del desorden. Ese nuevo orden no es otro que la Restitución del Orden Creado que se hará realidad por medio de María a través del triunfo del Corazón Inmaculado que ella profetizó en Fátima en 1917, y que en otro artículo deberemos profundizar.  

Pero para ese plan que debiera ser prioridad y llevado adelante con acciones concretas por los jerarcas y pastores de la Iglesia, lejos de ello, en la pandemia, frente la muerte, miedo y angustia de los fieles, lastimosamente han estado callados y sumisos a la autoridad civil, y peor aún, han desperdiciado una preciosa oportunidad para predicar sobre la muerte, la esperanza en la vida eterna con Dios, la conversión, la intercesión de la Virgen (que nos dice “¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?, ¿No soy yo tu Salud”?), así también recordar sobre la justicia divina y la realidad del infierno.

No olvidemos que tanto la muerte como todos los males del mundo tienen su origen en el pecado, que el pecado público es igual o más grave que el individual y que Dios castiga los pecados sociales con azotes como las enfermedades, las guerras, el hambre y las catástrofes naturales. Porque a diferencia de los hombres que serán juzgados por Dios y merecedores del premio o castigo eterno; las naciones y las sociedades no tienen eternidad por lo que serán premiadas o castigadas aquí, en el tiempo, en el mundo natural. Y si los pecados aumentan, seguimos burlándonos de Dios, no nos convertimos y no hacemos penitencia, las pruebas seguirán, los sufrimientos aumentarán y verdaderamente le dolerá al hombre no haber amado a Dios

Lucha final de esta época

Conforme transcurrieron las semanas y los meses del año 2020, la gravedad en la que están envueltos el mundo y la Iglesia con todo lo que se ha ido acumulando de los signos de los tiempos a lo largo del siglo XX, nos confirma que vivimos en los últimos tiempos. Pero –y disiento de análisis de católicos y protestantes– no son los últimos tiempos que precederán a la venida del Anticristo del que nos habla Juan en el C. XIII del Apocalipsis, sino los que serán preludio del triunfo del Corazón Inmaculado de María.

La profecía de Fátima –y otras importantes mariofanías– nos aseguran que no vivimos en la época del Anticristo, porque el Papa consagrará a Rusia que se convertirá y se le concederá al mundo un periodo de paz. Rusia convertida a la verdadera Fe será espectacular, porque Rusia es un país que ha estado dominado por el comunismo y todavía vive bajo la sombra de la religión ortodoxa, que habrá de convertirse a la Fe Católica y reconocer el más importante dogma mariano, el de la Inmaculada Concepción. Como escribe el arzobispo Fulton Sheen: “Cuando Rusia reciba el don de la fe, su misión será la de un apóstol para el resto del mundo…de la misma manera que Dios pudo hacer algo con el odio de Saulo transformándolo en amor…” (La Vida Merece Vivirse, Difusión, Santiago.1962).

No sabemos cuánto durará ese periodo de paz, pero tenemos la certeza de que la paz, que es la tranquilidad del orden natural cristiano, corresponde a nuestro futuro. La que Paulo VI y Juan Pablo II denominaron la Civilización del Amor.

Así fue como en la festividad de la Virgen del Rosario, el 7 de octubre de 1984, el entonces Papa Juan Pablo II con creciente contenido profético dijo lo siguiente:

“…Es verdad que vivimos momentos difíciles, en que el odio impera, la venganza no se hace esperar, la enemistad entre las familias prosigue, la confusión se agiganta y el egoísmo tiene raíces profundas… pero ha de triunfar el amor; la cruz de Cristo debe erguirse cual signo de una nueva era de la humanidad que sea promesa de la Civilización del Amor…” Numerosas citas bíblicas fundamentan esta época de paz, entre otras, Isaías, 2, 4-5; Miqueas 4,3-4; Salmos 45,9-10.   

Este triunfo del Corazón Inmaculado de María será la antesala y preparación para que más adelante se haga realidad en la tierra el Reino de Cristo. Precisamente el anticristo, el mismo Satanás “encarnado” –remedando la encarnación del Verbo– tratará de usurparlo haciéndose pasar por el mismo Cristo, antes del inicio de Su Parusía. Pero esto será en la siguiente etapa de la historia.

Conclusión

Vivimos en un tiempo de caos, pero tenemos una certeza: nada de lo que sucede es casual o fortuito; todo depende de la Divina Providencia. Los designios de Dios son inescrutables. Dios, por medio de causas segundas, regula el encadenamiento de causas y efectos en nuestra vida y en la historia.

Ignoramos si el covid-19 es de origen natural o artificial. Lo que es cierto es que como todas las desgracias que se abaten sobre la humanidad y a la luz de la Teología de la Historia, es un castigo que Dios permite como purificación y conversión.

Tenemos certeza del triunfo del Corazón Inmaculado, pero antes, parece inevitable enfrentar un caos de desórdenes mundiales que traerá de todo, y cuya huella será la confusión, el dolor, el sufrimiento, el odio, la guerra, la persecución y muerte. Destrucción y Construcción. Derrota y Victoria.

Tomémonos de la Mano de María. Consagrémonos a Ella si no lo hemos hecho ya. María es la clave metafísica de estos tiempos. Ella nos dice “NO TENGAN MIEDO”. Son tiempos de gran Gracia. Ella es la luz, la guía, la Madre del Verdadero Camino, nuestro consuelo y protección, que, junto a San José, que este año 2021 la Iglesia ha puesto bajo su cuidado, nos acogemos.

Todos los artículos de este sitio pueden ser reproducidos, siempre y cuando se cite al autor, Luis Eduardo López Padilla, y la página donde fue originalmente publicado, www.apocalipsismariano.com

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En estos últimos años ha tomado actualidad un término que cada vez se hace más familiar: Nuevo Orden Mundial. Hay quienes piensan que esta expresión se refiere más o menos a una nueva forma de convivencia pacífica y próspera entre las naciones, donde se viva en paz y con condiciones económicas favorables. Más aún, hay quienes con autoridad política o religiosa la promueven, sin advertir realmente su verdadera naturaleza.  

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El Padre Malachi Martin trabajó con los más altos dignatarios de la Iglesia Católica, tuvo 3 doctorados y acceso directo al Papa. Eminente teólogo, experto en la Iglesia Católica, ex-Jesuita y profesor en el Instituto Bíblico Obispal del Vaticano; es el autor de libros exitosos, el Vaticano, El Último Cónclave, El Rehén del Diablo, Los Jesuitas y The Windswept House (El Último Papa), entre otros. Él estaba especializado en teología en Lovaina. Allí recibió doctorados en Idiomas Semíticos, Arqueología e Historia Oriental. También exorcista por más de 20 años del Vaticano.

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